Rosalía regresa cuatro años después del disco que la encumbró internacionalmente, ‘El mal querer’ (2018). Primando “la emoción a la claridad o la corrección”, Rosalía regresa cuatro años después del disco que la encumbró internacionalmente, El mal querer (2018), ganador de un Grammy, con un trabajo aún más experimental que supone un golpe de timón defendido frente a viento y marea.
Rosalía bate récords de streams en España con su álbum ‘Motomami
Reguetón clásico, flamenco, bolero, el verbo rápido de las raperas estadounidenses, interludios jazzísticos… Todo juega su papel en Motomami (Sony) y ahora, tras este tiempo de arduo trabajo alejada de España y de su familia y de semanas de suspicacias expresadas sin freno en redes, recibe al fin los elogios de crítica y público por su tercer álbum de estudio pese a la radicalidad de su propuesta.
“Si tomo una decisión, lo hago sin medias tintas”, defiende orgullosa pero modestaRosalía (Barcelona, 1992) en una entrevista con EFE, consolidada como una estrella internacional que ha venido a marcar la pauta, no a seguirla. Saben especialmente bien después de tres años de trabajo, de dedicación. No ha sido nada fácil estando casi dos años lejos de mi familia.
Sí, y por eso hay también baladas que tienen que ver con personas a las que quiero y de las que he estado lejos, también lejos del lugar en el que vivo, que son pilares de mi vida, pero estoy muy satisfecha de haber podido compartirlo por fin.
Sí, porque tiene un tono muy de diario, de material autobiográfico, cosa que nunca había hecho en otros proyectos. Son mis vivencias de estos tres años, mis reflexiones y mis emociones, el contraste entre ellas.
Es como en la vida. Si uno se aferra a un momento, te pierdes lo que está pasando. Mientras conduces una moto, a esa velocidad no puedes mirar hacia atrás, hay que mirar hacia delante. Entiendo que como humanos tenemos tendencia a acercarnos a lo que ya conocemos y nos reconforta, a lo familiar. En mi caso intento pelearme un poco con esa tendencia natural.
También a mí me han incomodado a veces la primera vez que he escuchado las obras de mis artistas favoritos. Hasta que no ha pasado el tiempo no han cobrado sentido y no las he disfrutado. Pero esta es la experiencia de alguien que disfruta la música. Trabajo por proyectos y este es uno más. Intento no aferrarme a las cosas. Me gusta pensar que Motomami es diferente, porque el momento es diferente y por eso la sonoridad lo es. Hay la intención de que lo sea.
La forma es algo que me tira por defecto. Enseguida voy para ese lado. La mayor parte del tiempo priorizo la emoción y el timbre. Yo produzco mis canciones y la parte vocal, que es muy concreta. Prácticamente he dedicado solo un año a ese apartado de las voces. Es muy deliberado cada detalle, cada palabra. Para mí es más importante la emoción que la corrección o la claridad.
Sí, el flamenco ha sido mi base y es una gran inspiración. Siempre estará ahí. Se nota en Bulerías, en Sakura, en melodías de G3 NI5 y de Diablo. Pero como durante dos años he viajado tanto y he conocido a gente que se expresa distinto, eso hace que mi lápiz se vea afectado y me gusta que sea así, porque es transparente con lo que está pasando. Solo en EE. UU. he hablado en inglés la mayor parte del tiempo. ¡Cómo no va a haber palabras en inglés!
Motomami mantiene un discurso feminista muy poderoso. No sé si está al corriente de la polémica por SloMo, la canción española de Eurovisión 2022, que recibió críticas de una diputada socialista, que consideró que promulgaba la prostitución y contribuía a mantener el cliché de la sexualización de la mujer. ¿Se puede ser sexual y feminista?
Lo que creo es que una mujer puede decidir ser como quiera ser, independientemente de lo que la sociedad espere de nosotras. (I)